28 junio 2012

Holbox, el paraíso donde te puedes bañar con tiburones ballena

El fin de semana pasado quedé con Joan y Esther, una pareja muy maja de Malgrat de Mar con la que hice amistad en Chile durante mi viaje por Sudamérica y con quién compartí noches en hostales insalubres y experiencias preciosas en Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. Aunque Joan y yo volvimos antes a Barcelona, Esther prosiguió su viaje un par de meses más, y lo acabó en México, lo que precisamente me hubiera gustado hacer a mí si hubiera tenido un poco más de dinero ahorrado. Me estuvo contando cómo fue su recorrido por Guatemala y los sitios que visitó una vez ya en tierra azteca. Una de las cosas que más me impactó fue su visita a la isla mexicana de Holbox. En seguida sabréis por qué.

Holbox está a sólo un par de horas de la siempre concurrida Cancún, aunque para llegar primero se tiene que ir hasta Chilquilá y luego tomar un ferry durante media hora. Puede parecer pesado hacer este recorrido si estás descansando en algún complejo de Cancún con pulsera incorporada, pero lo que se puede hacer en esta pequeña isla creo merece la pena. Para empezar, quien se acerque a Holbox va a poder disfrutar de 34 kilómetros de playas vírgenes y solitarias, con un ambiente muy diferente del de Cancún. La isla tiene unos 40 kilómetros de largo por dos de ancho, y en su pueblo más grande apenas hay diez calles sin asfaltar, el resto es totalmente virgen. ¿Nos vamos haciendo una idea de cómo es este paraíso?

Por si esto no fuera poco, la mayoría de turistas que se acercan a Holbox no lo hacen sólo para disfrutar de la tranquilidad que se respira en esta isla cien por cien caribeña, sino sobre todo para poder bañarse con tiburones ballena. Con sus 15 metros de largo, este tiburón es uno de los animales más grandes que surca los océanos. El tiburón ballena es un animal manso -en las antípodas de la imagen que nos ha transmitido el cine de Hollywood con su pariente tiburón blanco- se acerca a las cálidas aguas de México durante los meses de mayo a septiembre. Aunque ni Esther ni servidor somos muy amantes de los tours guiados, me contó que nadar a apenas cinco metros de esta mole ha sido una de las experiencias más bonitas de todo su viaje (y eso que ha estado más de un año dando la vuelta al mundo), y que al irte a dormir no te acuerdas de los cincuenta euros que cuesta la excursión.

Según me contó, las agencias que organizan estas salidas hacen pequeños grupos de turistas, y una vez en alta mar buscan a un tiburón. Allí, a diferencia del típico tour de avistamiento de ballenas, los turistas no se quedan en la barca haciendo fotos sino que se agrupan en parejas, se ponen las gafas de bucear y el tubo, ¡y al agua! Evidentemente no puedo describir qué se siente al nadar pegado a un animal de tal tamaño porque no lo he hecho y porque Esther fue incapaz de describirme sus sensaciones. Como se acostumbra a decir, parece ser que fue una experiencia ‘indescriptible’.

Una vez llegué a casa busqué algo más de información sobre Holbox, y he encontrado decenas de páginas web que hablan de la isla y de los tiburones ballena. También hay vídeos en youtube que te acercan un poco más a esta experiencia. Así que os dejo un par de links para que os hagáis una idea más real de lo que significa bañarte con tiburones ballena en el Caribe.


Un par de páginas web informativas:

Página 1
Página 2


Y un par de vídeos:

Vídeo 1
Vídeo 2


12 junio 2012

Algunas curiosidades del D.F., la capital de las capitales

Me declaro incondicionalmente urbanita, y siempre que salgo de viaje intento visitar la capital del país así como las ciudades más representativas. Eso no quiere decir que no me guste el campo o las zonas alejadas del asfalto, antes al contrario; disfruto mucho en la naturaleza o paseando por kilométricas playas desiertas, por ejemplo. Pero las ciudades tienen algo especial. No son los edificios modernos con los que te sorprende el arquitecto de turno (para bien y para mal), los museos variopintos con su agradable aire acondicionado o las iglesias y catedrales transitadas por espíritus y turistas, que también, sino la fauna humana lo que más me atrae.

En este sentido, cuando hablamos de grandes ciudades siempre me viene a la cabeza México D.F., la capital del país azteca y una de las ciudades más pobladas del mundo (la segunda tras Tokio, según casi todas las estadísticas). Aunque para algunos una urbe del tamaño del D.F. les pueda echar para atrás, a mi me atrae sobremanera. Me gusta una ciudad en la que en la misma acera te cruzas con mariachis, jóvenes con estética siniestra y hombres de negocios. Una ciudad que no ves donde termina y donde el claxon de los coches se confunde con el griterío de la gente. Una ciudad que alberga todas las tribus urbanas y restaurantes de todo el mundo. En definitiva, una ciudad como Dios manda. Y creo que el D.F. cumple esos requisitos sobradamente.

Como casi todas las grandes urbes, México D.F. posee algún récord o curiosidad. Ahí van unas cuantas:

- México significa “el ombligo de la luna”. Se forma a partir de tres vocablos del Náhuat: ‘Metzli’ (luna), ‘Xictli’ (ombligo) y ‘Co’ (lugar).
- El D.F. y su conurbación, la más poblada de América, se fundó en 1325 y fue capital del imperio Azteca, aunque duró poco como tal, ya que los españoles la hicieron suya en el 1521 y la declararon capital del Virreinato de la Nueva España.
- No fue hasta el avanzado 1824 cuando se creó el régimen especial que haría posible el nacimiento del Distrito Federal.
- Supera en habitantes y economía a más de 100 países.
- Cerca de 20 millones de turistas la visitaron en 2011 (según datos de la Secretaría de Turismo).
- Es la ciudad con más museos del mundo; cuenta con más de 130.
- Es la cuarta ciudad con más teatros del mundo, detrás de Nueva York, Londres y Toronto.
- También es la ciudad que más agua potable consume en el mundo.
- La residencia oficial de los presidentes del país se llama “Los pinos”. El motivo no es que haya un gran bosque de este tipo de árbol, sino que el presidente Lázaro Cárdenas (el primero en habitarla) le puso ése nombre porque en un pinar conoció a su esposa.