27 marzo 2008

Exspectátum

Las expectativas pueden resultar muy peligrosas.

Aunque creo que son necesarias, porque nos hacen avanzar en la vida, movernos, arriesgarnos, las personas que esperan en demasía (como es mi caso), se llevan muchas hostias en la vida; o dicho de otra forma, decepciones.

Aún así, prefiero correr, caerme y volverme a levantar a estar siempre sentado.

Audio: Hoy no me puedo levantar (Mecano) --¡qué grandes!--

24 marzo 2008

¿Qué quiero?

Pasear por la Rambla de Poblenou y llegar a la playa con una leche merengada del Tio Che en mano.

Darme un atracón de bravas, chipirones, navajas, bombas y pinchos morunos con "Els cavallers de la panxa rodona" en la Fuente, la Pili o el Manolo.

Una comida familiar y asistir al nacimiento de Roger(et).

Leer el periódico en el sofá mientras con la mano derecha acaricio la barriga de mi perro, Nil.

Un paseo por Finellodo con quien toca.

Una merienda en La nena. También con quien toca.


Audio:No cars go (The arcade fire).

23 marzo 2008

je veux seulement promener

Paseando por Old Delhi una niña me ha pellizcado en el brazo por no darle dinero mientras que alguien, desde un balcón, me ha escupido sin motivo aparente. Caminata enriquecedora a la vez que agotadora.

A destacar: las callejuelas llenas de tiendas, la gran mezquita de Delhi (y las vistas desde uno de sus minaretes) y la caótica vida que transcurre ordenadamente por el corazón de la antigua Delhi.

Audio: El idilio (Sr Chinarro).

The pink city

Jaipur es la capital del Rajastán, el estado más árido de la India y poblado por "tan sólo" 55 millones de personas. Esta región, se encuentra en el extremo occidente del país y forma frontera con los vecinos-"amigos" de Pakistán. La ciudad rosa, como también es conocida Jaipur (por el color ocre con el que pintan las casas y los palacios), no es muy bonita. Cuenta con cerca de 2,5 millones de habitantes, una zona fortificada, algún palacio, ruido y contaminación. Aún así, la mayoría de turistas que visitan el gigante asiático incluyen esta urbe en su itinerario, ya que queda de camino de otras dos ciudades, Jodpur (la ciudad azul) y Jaisalmer, la ciudad a las puertas del desierto.
A Jaipur fui con mi madre y su marido (Josep) de miércoles noche a viernes noche, aprovechando que me están visitando. Llegaron el domingo pasado, y el mismo lunes los envié a Benarés, la ciudad Santa para los hindúes. Pero volvamos a Jaipur.
Llegamos el jueves por la mañana después de un viaje en tren cama, y nos instalamos en el hotel Arya Niwas. El primer día visitamos el Palacio, donde aún vive un maharajá, el palacio de los vientos (el edificio más representativo de la ciudad y donde vivían las mujeres de palacio) y la zona fortificada. Paseamos entre bazares, pisé excrementos de diferentes animales y vimos vacas, monos, ratas, palomas, camellos, cerdos y personas. Nada fuera de lo normal aquí en la India.
Cenamos temprano y nos fuimos a dormir. Al día siguiente, visitamos bajo un sol de justicia (y cerca de 35 grados) el complejo astrológico que creó un noble (en el que se encuentra el reloj solar más grande del mundo, o eso dicen ellos), y asistimos a un festival de elefantes que hacen cada año. En el estadio Chaugan, dentro de la ciudad antigua, desfilaron decenas de paquidermos pintados para la ocasión. Al evento se colaron hombres con camellos y caballos, supongo que para dar más empaque y colorido. Pero tras una hora de ver pasar elefantes, nos fuimos a otro lado.
Cogimos un autorickshaw y le pedimos que nos llevara a una de las montañas que rodea a la ciudad. Allí, en lo alto, tras 45 minutos de baches y pitidos, divisamos una enorme hileras de casas bajas desordenadas de colores variados (aunque evidentemente predominaba el rosa): era Jaipur. Pero lo más impresionante no fueron las vistas (que junto al precioso atardecer resultaban mágicas), sino el ruido urbano que nos llegaba como un eco. Ladridos, cláxones, chillidos, conversaciones...escalaban por la falda de la montaña hasta llegar a nuestros oídos. Fue algo espectacular. La belleza de Jaipur apareció allí.

Audio: Read my mind (The killers).
Ya sé que hace muchos días que no escribo, pero la verdad es que no he pasado una buena racha y, por consiguiente, he dedicado mis horas de internet a hablar con amigos, familia y a fisgonear en fotologs y blogs ajenos (aunque si algo es público, no creo que la palabra más adecuada sea fisgonear).
Llegué a la India muy ilusionado, por el reto que tenía delante de mí y por la magnitud y complejidad del país. En pocos días hará 3 meses que pisé por primera vez el aeropuerto de Nueva Delhi, y muchas cosas han pasado (aunque no las haya explicado todas).
Los últimos días he hablado mucho conmigo mismo. Tengo dos hermanos, unos padres comprensivos, muchos amigos y una morro que me lo piso, así que nunca he estado acostumbrado a dialogar con mi álter ego. Con él, hemos analizado mi situación en este país, y ahora mismo estamos valorando los resultados.
Hay factores muy positivos de esta experiencia, claro está, y no creo que merezca la pena que repase ya que son evidentes ante cualquiera. Sin embargo, también los hay de negativos, como también era de esperar. El problema fundamental es que arrastro negatividad (más bien me la encuentro) en ambientes tan fundamentales como el laboral, el social o el ambiental (país).
Lo que quiero decir es que creo (espero) que se avecinan cambios. No pretendo alarmar a nadie, sino tan sólo ser feliz. Así que, en los próximos días intentaré escribir un poco más, en la medida que tenga cosas que explicar y en la medida que me apetezca.

Audio: everybody (me) is changing (Keane)

17 marzo 2008

Palabras balsámicas

Nunca es tarde para recibir una sesión de terapia emocional vía skype.
Sobre todo si resulta exitosa.

Gracias.

14 marzo 2008

Urban

Urban es una discoteca-restaurante situada en el barrio de GK I, entre el Inner Ring road y el Outer. El local está muy bien; tiene tres plantas y en el último piso hay una terracita muy mona en la que se puede cenar con vistas a la fea Delhi.
Ayer lo pisé por primera vez, ya que tras saber que Ruth había quedado para cenar con Verónica, su compañera de piso, y con una pareja de franceses, me apunté al plan. Los jueves, como ayer, es la noche de los Expat, o los expatriados, y el local se llena de blanquitos provenientes de Europa y los EEUU que van a menear el culito y a sentirse como en casa.
La cena no estuvo mal, y tanto las pizzas como las ensaladas que pedimos actuaron cual bálsamo en mi estómago bañado de curry. Con nosotros se sentó el dueño del local, Kash, el típico indio joven, guaperas moderno y con gafas de pasta que nunca ves por la calle.
El tipo es bastante majo, y tiene buen rollito con los españoles, algo que se tendrá que aprovechar. De hecho, es tan majo que, cuando trajeron la cuenta, nos invitó a todos (no es que pagará él, simplemente le dijo al reverencial camarero que volviera por donde había venido). De modo que, la cenita, sentó aún mejor, sobretodo gracias a los dos batidos enormes y deliciosos que nos trajeron de postres (el hecho de galletas Oreo era sublime).
Nos despedimos en la puerta, donde varios occidentales hacían cola ansiosamente, y me ofrecí a Marcos, un chico leonés que llegó hace un mes a la ciudad, a llevarlo hasta su casa.
Marcos vive en GK III, en un señor piso con una señora terraza. La verdad es que piso que veo, piso que es mejor que el mío, así que acabo recurriendo al precio que pago yo para consolarme. Mientras aparcaba la moto delante de su casa, un joven indio estaba fumando en el piso de debajo del suyo. Las gafas de pasta que llevaba nos sonaron, y sí; era Kash (el hombre dinero). Por casualidades de la vida, Kash y Marcos son vecinos, así que tomamos una copita (ellos), y me retiré a mi humilde morada.
Las mañanas las sigo perdiendo entre sábanas, solo, así que a partir del mes que viene me tengo que buscar alguna ocupación. ¿Yoga? ¿Clases de sexo tántrico? ¿De inglés? Estoy indeciso.

10 marzo 2008

La culpa la tuvo Mas Rabell

Anoche me emborraché a la salud de ZP en la Embajada. Tras pasar el fin de semana con Ruth, Gonzalo y Carlos en Chandigargh (la ciudad que diseñó Le Corbuiser) y Patiala, fui a la Embajada de España, donde habían instalado una pantalla de televisión grande en el jardín para que los expatriados siguiéramos, a través de Televisión Española, la jornada electoral.
Se sirvió queso curado y vino tinto, un Torres Mas Rabell, para ser exactos. Como el precio de los caldos es elevadísimo en la India, en cuanto tengo la ocasión de degustar alguno (y sólo me sucede cuando voy a la Embajada) acostumbro a pillar un buen pedal. Y ayer no fue menos.

Lo peor de la jornada: el retroceso de IU y la consolidación del bipartidismo en nuestro país.
Lo mejor: Génova está muy lejos de volver al Gobierno.

Pd. En cuanto pueda cuento cómo fue por Chandigargh y Patiala y cuelgo las fotos en "Mis fotos indias".

Escapada a Goa

Arambol es un pequeño pueblo situado en el extremo norte del estado indio de Goa, en la costa oeste de la India. Goa es a su vez un pequeño estado, de los más avanzados de la India en todos los aspectos, en el que desembarcaron los portugueses en su aventura asiática. Pero volvamos a Arambol.
Cada vez más turistas occidentales se desvían a este pueblecito en busca de tranquilidad y buenas playas ya que, en teoría, la zona sur de Goa es la más abarrotada. A la práctica, Arambol es un pueblo creado para los turistas hippies occidentales; un Port Aventura en el que pueden andar descalzos por las polvorientas calles y comprar muchos gadgets del mundo del hippismo, puesto que la calle principal de la población está plagada de tiendas que venden estos productos; desde papel de fumar a chancletas, pasando por pantalones y camisetas hippies, hasta bongos y bolsos.
La mayoría de los turistas, para mi asombro, procedían de Rusia e Israel. De hecho, en algunos bares servían desayunos "continental", "indio" y "israelí".
Aunque el pueblo no era gran cosa, por todo lo comentado anteriormente, sí debo admitir que contaba con restaurantes buenos y baratos, como el italiano Fellini o los situados en el acantilado -en los que podías cenar a la luz de las velas, y chiringuitos en los que te preparaban deliciosos zumos naturales al instante y a muy buen precio.
Los dos días y medio que estuvimos en Arambol (antes pasamos otro día en Panaji, la capital de Goa, y en Old Goa, donde quedan las iglesias católicas más importantes del estado), alquilamos una moto para movernos y poder salir del pueblo. La sensación de libertad que nos producía conducir entre la selva a 35 grados y bajo un sol de justicia es indescriptible. En el camino a las playas desiertas a las que fuimos nos encontramos con monos (y grandes), vacas, gallinas, perros...
También nos dió tiempo de darnos un masaje ayurvédico (procedente del estado de Kerala). A mi me lo dio un chico fornido y muy moreno, y a Àngels una chica delgadita y también muy morena. Nos los dieron en dos cabañas de bambú separadas y nos obligaron a ponernos unos tapa-rabos al más estilo tarzán. La verdad es que mi culito bañado de aceite y mezclado de arena (pues veníamos de la playa) le resultaría al pobre masajista de todo menos agradable. Aun así, se esforzó mucho, y tengo que admitir que me quedé roque en la "camilla" tras la hora de masajeo en la que me repasó las piernas, los brazos, la cabeza y el culete.
En uno de los paseos por la enorme playa que tiene Arambol, antes de ir a cenar, nos llamó la atención ver cómo en la arena compartían espacio un par de vacas y unos hippies que presumían hacer yoga.


Lo mejor de Goa: las iglesias de Old Goa, los paseos por Panjim, el masaje ayurvédico, las playas desiertas, las cenas románticas, los zumos naturales y los paseos en moto por la selva.
Lo peor: el perfil de visitante de Arambol, el retrete de nuestra habitación y la miseria rural.

06 marzo 2008

Luces, tumbas y relojes

El calor ya ha llegado a Delhi, y yo vuelvo a estar solo en casa. Acabo de acompañar a Àngels al aeropuerto, y temo que pierda el vuelo, pues me ha llamado hace poco diciendo que la están martirizando a controles de seguridad.
Me ha sorprendido ver militares apostados con metralletas en diferentes puestos de control de la terminal de salidas internacionales. Esto se parece más a Torrejón que al Barajas de turno.
Ahora, estirado en la cama, espero a que vuelva la luz de una santa vez. Me he tenido que duchar a la luz de las velas otra vez, y el romanticismo inicial ha dado paso a un desespero actual.
A la incomodidad de aclararte "todas" las partes del cuerpo a oscuras (con la dificultad que eso entraña), se le debe añadir que cuando se va la luz - y en mi casa se va un mínimo de dos veces al día- no tengo internet ni puedo usar el ventilador que hay en el techo de mi habitación; y no poder usar este aparato, me pone de los nervios, ya que la temperatura empieza a ser muy alta tanto de día como de noche.
Cambiando de tema, y consciente de que estoy escribiendo un post un poco embrollado, os contaré que hoy por la mañana hemos ido a visitar la Tumba de Humayun, de arquitectura mogol, que queda bastante cerca de mi casa. Primero me ha sorprendido el precio de la entrada (casi 5 euros los extranjeros y 15 céntimos de euro los nacionales); luego me ha maravillado el lugar.
No sólo los edificios que forman las diferentes tumbas que alberga el sitio son preciosos y proporcionales, sino que los cuidados jardines y fuentes que los rodean hacen del lugar un oasis en medio del caos, la polución, el ruido y la suciedad.
Aunque la ausencia de Àngels me entristece ahora mismo, intento animarme pensando en la excursión que haré este fin de semana (ya contaré donde y con quien) y en la visita de mis padres la semana que viene.
Eco, volvió la luz. Ya mismo cuelgo el post.

Pd. Àngels me ha regalado un reloj falso de la marca Tissot (pero que da mucho el pego y por el que me dan un año de garantía) que tenía visto en Kahn Market. En cuanto pueda subo las fotos que le he hecho así como las de Humayun.

Anotación tercera

En Nueva Delhi te puedes encontrar en un semáforo, de camino a casa tras la jornada laboral, a un enorme elefante montado por un chico, a tu izquierda, y una moto conducida por un hombre y con cuatro niños de paquete a tu derecha.


pd. En breve actualizaré y daré cuenta de mi viaje a Goa y otras peripecias. Advierto: habrá fotos.