26 noviembre 2011

Conclusiones de Brasil

Después de algo más de dos meses recorriendo de norte a sur el país, creo que he aprendido algunas cosas sobre Brasil. La primera es coincidir plenamente con Tom Jobim, quien muy astutamente decía: “Brasil no es para principiantes”. Este es un gran país en todos los sentidos. Su tamaño da escalofríos. Siempre que subes a un bus sabes que te esperarán una media de 18 horas de viaje. Tantos kilómetros cuadrados dan para que dentro de una misma frontera haya paisajes rurales, urbanos y sociales bien distintos. En Brasil hay selva; desiertos; grandes pantanales; playas kilométricas desiertas y llanuras. Climas diferentes y hasta tres husos horarios. También cohabitan diferentes razas, desde las amerindias de estados como Amazonas o Rondonia a las más arias y europeas del sur. En la costa, sobre todo a la altura de Salvador de Bahía, hay negros africanos, y los mulatos se distribuyen por doquier. Recién leí que Brasil es el país con más negros del mundo tras Nigeria y con más japoneses después de Japón. Ahí es nada.

El brasileño medio es simpático y buena gente, como el resto de mortales. Me he encontrado a muchos que se han desvivido por ayudarme a encontrar un sitio o para indicarme una parada de autobús. Pero también me he cruzado con muchos otros que ni me han mirado o que han pasado de mí al ver que era gringo. Aunque para ser justos, creo que abunda más la primera clase que la segunda.


Lo que me ha quedado claro es que todos llevan en los genes dos cosas: ritmo y jeitinho. El ritmo, que se puede sentir en cada rincón del país, parece que es mucho más natural entre los descendientes de africanos y mulatos, pero lo del jeitinho es transversal. El jeitinho se podría traducir como “jeta” en el buen sentido de la palabra. Es la manera de salvar situaciones complicadas, embarazosas; es una manera de afrontar la vida. Hay jeitinhos agradables y loables, y otros que pueden crispar a un occidental acostumbrado a no salirse de la línea. El jeitinho llevado al extremo se puede confundir con corrupción. O lo que es lo mismo, que ellos, los brasileños, confundan algunas corruptelas con tener jeitinho.

También me ha parecido que es una sociedad bastante patriota; todos se declaran brasileños, sin fisuras. Pero aunque a priori formen una cultura inclusiva, aún hay racismo. Los blancos siguen ocupando, generalmente, los puestos de poder. Viven en lujosos barrios y tienen acceso a una educación y sanidad de calidad (privada). Y la mayoría de negros o mulatos, en cambio, están casi siempre dotados de cuerpos perfectos y sentido del ritmo pero ocupan casi siempre la franja más baja de la pirámide. No quiero que se me malinterprete: en Brasil no hay ningún apartheid, pero si tuviera que hacer un análisis chapucero sin estadísticas y con la percepción como único argumento, esto es lo que diría.

De los brasileños me ha encantado su actitud alegre ante la vida a pesar de sufrir problemas graves, sus ganas de progreso y su buen humor. También la variedad racial, la forma de hablar y la intensa manera con la que viven la música (en especial el carnaval) y el futbol. Y del país, me ha seducido el gran contraste de paisajes y climas, así como la gran variedad de frutas (y zumos) que hay. Respecto a la economía, aquí las cifras no engañan. Brasil es una auténtica locomotora que está creciendo con una fuerza incontrolable. Todos los sectores están en auge, y no es nada extraño encontrar europeos (sobre todo españoles, y más en concreto arquitectos) que han elegido el país como salida a la crisis. Lula, heredero de las reformas de Cardoso, ha situado el país en el mapa del mundo, lo ha colocado en el tablero de juego, y ha devuelto (o dado por primera vez) autoestima a los brasileños. Es una incógnita aún saber si tanta fuerza e inversiones acabarán dando sus frutos o si la corrupción y la falta de trabajadores cualificados convertirán este auge en un bluf.

Dejo Brasil con mucha saudade, pero con una idea en la cabeza que antes ni existía: no sería nada desorbitado que se convierta en mi hogar en un futuro cercano. Motivos y ganas para que eso ocurra, sobran.

3 comentarios:

Mama dijo...

Ja em veig viatjant al Brasil a conèixer alguna d'aquestes meravelles que tant impressionat tant!

Anónimo dijo...

La verdad es que después de leer todos tus posts, tengo muchas ganas de ir a Brasil!! Me aceptarás como couch friend? ;)

Besitos, guaperas

marc dijo...

Bellllo país!!!