01 febrero 2012

Una pequeña cata de Chile

Aunque apenas tenía un esbozo mental de qué ruta debía tomar en cada momento antes de llegar a Sudamérica, lo que tenía claro es que quería visitar tanto Argentina como Chile. Los dos países me parecen interesantes, tanto por su estrecha vinculación con la cultura española como por sus preciosos paisajes, pero una vez sobre el terreno me he dado cuenta que tenía que elegir uno u otro. Por comodidad y precios he acabado eligiendo Argentina. Así pues, en lugar de ir entrando y saliendo de ambos países he hecho sólo una corta incursión a la tierra que vio nacer al ahora venerado Alexis Sánchez (quien abre cada día los noticiarios chilenos).

Valdivia
Dejé Bariloche una fría mañana, cuando aún no estaban puestas las calles. Aunque me desperté con tiempo suficiente, tardé más de la cuenta en llegar a pie hasta la estación de autobuses, por lo que casi pierdo el bus que me tenía que trasladar a Osorno (Chile). A veces se agradece que en estos países la formalidad brille por su ausencia, ya que si me hubiera pasado esto mismo -llegar tarde- en Finlandia me habría quedado en tierra. Una vez en Osorno bajé del autobús y entré en la terminal, de la que salí dos minutos más tarde con un pasaje nuevo, esta vez rumbo a Valdivia. Cinco minutos después de llegar a Osorno lo estaba dejando atrás, ya que por lo que pude leer por internet y en la guía, Valdivia me ofrecía mucho más que esta mediana ciudad del interior. Y así fue. Nada más llegar a Valdivia busqué alojamiento, como es normal, y muy cerca de la estación encontré un hospedaje, Aredi. Se trataba de una casa en la que vivía una familia un tanto bizarra que alquilaba habitaciones (o piezas, como dicen por estos lares). A mí, por ir solo, me dieron la más pequeña, y resultó ser la típica despensa minúscula donde se guardan productos de limpieza y comida envasada reconvertida en habitación. La cama ocupaba toda la estancia, y la puerta no se podía abrir del todo porque se lo impedía el somier. A pesar de estas reducidas dimensiones y de que no contara con ventana alguna, me sentí bastante a gusto en el zulo.

La ciudad de Valdiviaes de tamaño medio y bastante agradable. Está cerca del Pacífico, y por ella transcurre un río por el que la gente pasea en piragua (los locales) o patinetes (los turistas). Tiene bastantes comercios y alguna plaza agradable en la que descansar y ver pasar la vida. Relativamente cerca hay una fábrica de cerveza (Kunstmann), y algunas compañías hacen tours con barcas hasta la desembocadura. De lo que más me gustó de la ciudad fue su ambiente marinero y volver a comer pescado. Después de una dieta forzada a base de más empanadas que de carne, fue un auténtico placer deambular por el mercado central y comer en una mugrienta tasca una buena merluza con acompañamiento. La cerveza, como ya me he habituado, de litro. Aunque en Chile se coma más pescado que en Argentina, me sorprende aún que en estos países, con miles de kilómetros de costa, no consuman pescado. En Argentina, por ejemplo, aún no he vito ni una pescadería.

Si no es aquí es en Pekín,
y si no, en Pucón

Y tras un par de días en Valdivia tocaba mover ficha de nuevo, tal vez más rápido de lo que me hubiera gustado ya que quería estar para mi cumpleaños en Santiago. Antes de llegar a la capital decidí parar en Pucón, una tranquila población a los pies del volcán Villarica y rodeado de parques naturales. En esta época del año Pucón es un hormiguero de turistas que quieren subir al volcán, hacer rafting o trekking. Después de preguntar precios me decanté por la opción más barata, es decir, tomar un bus urbano y acercarme al Parque Nacional de Huerqueue, donde tras pagar una entrada el doble de cara que los nacionales (y este extremo ya me empieza a tocar la moral) pude pasar un fantástico día entre lagunas y bosques. Me sorprendió que, tal y como me había sucedido en Argentina, a pesar de ser pleno verano pude pasar el día entero en el parque sin apenas cruzarme con más personas. Las lagartijas, sin embargo, abundaban.

Y una vez agotadas las opciones baratas de Pucón agarré un autobús nocturno para llegar a Santiago, la capital del país. La primera impresión que tuve de la ciudad confirmó lo que ya sospechaba: Santiago es una moderna ciudad, limpia y cívica, con amplias avenidas y adornada con una permanente neblina de contaminación. Los días que pasé en Santiago estuve alojado como un marajá en casa de Gerard, que muy a su pesar se ha convertido después de cuatro años en un chileno más. Gerard vive en Las Conde, una gran barriada de clase media-alta. Pude pasear con él por su barrio y también por algunas zonas pudientes, donde fuimos a cenar un par de veces, y me sorprendió el lujo de los edificios y lo meticulosamente cuidadas que estaban las calles. Evidentemente Santiago tiene barrios más humildes y su ración de zonas peligrosas, pero no las visité. Adonde sí fui, en cambio, es a la plaza de la Moneda, donde hace 32 años Allende se suicidó después de un golpe de estado perpetrado –entre otros- por un malnacido apellidado Pinochet. El palacio no se puede visitar, pero pude gozar de un magnífico Museo de la Memoria, donde el visitante se puede hacer una idea de lo dura que fue la dictadura militar y conocer algunos de sus métodos de tortura. También visité La Chascona, una de las tres casas que tuvo el poeta nacional Pablo Neruda. Esta casa, situada en los pies del cerro San Cristóbal, está conformada por tres módulos diferentes y cada estancia está repleta de objetos que fue coleccionando a lo largo de su vida. Desde este mismo cerro, al que subí en funicular, pude contemplar la infinita extensión de edificios que conforman la ciudad de Santiago, así como las montañas pre andinas que la rodean.

Una escapada a Valparaiso
La anodina Santiago contrasta con Valparaiso, una ciudad de tamaño medio que se asoma al Pacífico. Allí me fui a pasar el día y a comer otra vez pescado. Me encantó la decadencia que se respira en lo que un día fue uno de los puertos más importantes de América. Las casas de colores se suceden a lo largo de los muchos cerros que rodean el centro, y unos ajados funiculares llevan a turistas y vecinos a las zonas más altas, desde donde se puede gozar de una vista preciosa de la ciudad. Abundan maleantes en la zona del puerto, pero también pequeñas galerías de arte y ateliers en las barriadas empinadas. Aunque Valparaiso no gusta a muchos, me pareció una ciudad interesante y llena de vida; de artistas y vividores, y un fantástico lugar donde pasear un día entero.

El día de mi 29º cumpleaños, que cayó en sábado, fui a cenar con Gerard, su novia y la madre de ésta (que también estaba de visita) y unos amigos suyos a un restaurante indio de lujo. Me regalaron por sorpresa una camiseta de latín lover negra (siempre se agradecen los regalos sorpresa y más si es el único que se recibe) y la gozamos charlando con los amigos mexicanos y colombianos. La velada la acabamos en casa de uno de los del grupo, bebiendo cerveza y escuchando Antònia Font, uno de los grupos favoritos del mexicano, de quien se sabía de memoria las letras. Cosas surrealistas que le suceden a uno viajando. Y después de estar pocos días en Chile crucé de nuevo los Andes para poder beber buen vino en Mendoza. De eso hablaré en unos días.


Lo mejor de Chile
Es un país cívico, ordenado y desarrollado
Buenas comunicaciones
Grandes paisajes (y muy diferentes) y bonitas poblaciones de costa
Comen más pescado que en Argentina
Santiago es una buena ciudad para vivir, pero muy modesta para hacer turismo

Lo peor de Chile
No es un país barato
Cuesta entender a los chilenos
Santiago está permanentemente contaminado

Precios de Chile (1€=640 Pesos Chilenos)
Menú en mercado de Valdivia: 4.600 Pesos
Habitación zulo en Valdivia: 5.000 Pesos
Hostal en Pucón: 8.000 Pesos / noche
Entrada Parque Nacional Huerqueue: 4.500 Pesos
Bus de Pucón a Santiago (12 h): 13.400 Pesos
Billete de metro en Santiago: 580 Pesos
Entrada de estudiante a la casa de Neruda: 1.500 Pesos

4 comentarios:

Mama dijo...

Disfruta de l'ambient i les temperatures perquè aquí diuen que a partir d'avui nevarà a tot el litoral català!
I nosaltres , divendres cap el Pallars! Segurament en l'Alsina , ja que es preveuen unes temperatures mínimes de -12 a -17 i màximes de -6!
No saps què bé estàs per aquelles terres!

Petonàs!

Ah! pels regalets no et preocupis, ja tens algun de guardat esperant-te!

Sílvia dijo...

En aquests moments estem a zero graus, a Menorca ha nevat i totes les platges estan ben blanques, no es pot sortir de casa si no és per anar a fer encàrrecs, ja que quan portes una estoneta pel carrer se't congela tot.
Per fi ha arribat l'hivern.Veig que tu segueixes tan bé com sempre, buscant el nord? Cap a on?
Cuida't molt.

Sílvia i cia dijo...

Ah! He oblidat el tema del regal, aquí se t'estan acumulant, però no pateixis, per pasqua, quan et vinguin a visitar, ja te'ls farem arribar.

Daniel dijo...

Ja he llegit que ha nevat a casa! Jo estic passant una mica de fred també, en part perquè em trobo a Potosí, la ciutat més alta del món (4.000 metres).
No em puc connectar quasi mai en aquest increïble país. Espero que hagueu gaudit del dinar d'aniversari.
I lo dels regals era broma, el millor regal per a mi és estar ara mateix descobrint tantes coses.
Molts petons a tots!
Dani