05 marzo 2012

La Paz: una capital a la altura

Tras volver a Bolivia procedente de Río de Janeiro, Santa Cruz de la Sierra me pareció aún más fea que cuando la dejé. Aterricé de noche, así que no tuve más remedio que quedarme a dormir en otro céntrico antro, pero al día siguiente puse rumbo a la capital del país: La Paz. Después de regatear un poco en la estación, pagué apenas 13 euros para viajar durante 16 horas en un nuevo y cómodo (esta vez sin sarcasmo) autobús, como los que usé en Argentina. Ya tengo comprobado que aquí conviene llegar a la estación pocos minutos antes de que salga el bus que te interesa y ponerte a regatear entre los vendedores de las diferentes compañías que entre gritos de oferta acechan a todo el que pasa. De hecho, ellos mismos se regatean el precio antes de que tú puedas abrir la boca.

Me desperté justo cuando embocábamos la bajada que lleva desde el Alto (a unos 4.000 metros de altura) hasta La Paz (a unos 3.800 metros), y la panorámica quitaba el hipo. La Paz no es una ciudad, sino miles de casas de ladrillo marrón que se suceden y encaraman por las laderas que la abriga. Apenas se vislumbra un metro cuadrado libre de edificación, y a pesar del caos urbanístico que existe a uno le llega la sensación de un cierto orden. Definitivamente me gusta La Paz, una ciudad que desde las alturas parece una preciosa maqueta.

Me instalé en el centro, en un hostal barato de la calle Murillo, muy cerca de la bonita iglesia de San Francisco. Unos franceses y yo éramos los únicos huéspedes con los ojos abiertos, ya que la totalidad de los mochileros que fueron a dar con sus huesos allí eran risueños y educados japoneses. Compartí habitación con dos sur-coreanas a las que les parecía gracioso todo lo que yo decía, aunque me limitara a dar las buenas noches. La nota negativa del lugar fue el colchón, un amasijo de tela con bultos que me abrazaba como si fuera un perrito caliente gigante cuando me estiraba en él. Por menos de tres euros tampoco puedes exigir un Lo Mónaco, pensé.

Una cosa que me gusta de la mayoría de ciudades de Bolivia es que los gremios continúan agrupándose por barrios y calles, como antaño pasaba en Europa. En los aledaños del hostal había decenas de peluquerías que trabajaban con horarios intempestivos, y me pareció una buena idea pagar un euro para cortar mi lacia melena, que ya me empezaba a dar calor.

Durante mi estancia en La Paz paseé por el mercado de las Brujas, donde puedes comprar ungüentos variopintos y objetos indescriptibles que te pueden ayudar a ligarte una mujer o que te crezca el pelo, por ejemplo. También deambulé sin rumbo por el ordenado barrio de Socopachi, donde me cité con dos fantásticos periodistas a los que entrevisté para mi otro blog. Y aprovechando los bajos precios de Bolivia, fui al cine un par de veces. En ambas ocasiones me comporté como un auténtico rico, comprando las palomitas y la Coca-Cola más grandes sin mirar los precios. Cuando vuelva a Barcelona apenas me quedará el dinero justo para ir a la recién inaugurada filmoteca.

A unos 70 kilómetros de La Paz se encuentra el pueblo de Tihuanaco, donde se hayan los restos de una poderosa y duradera civilización que dominó la región desde 1.500 a. C. hasta 1.200 d. C. Antes de llegar a América se mezclaban en mi cabeza Mayas con Aztecas e Incas, y pensaba que los Mapuches eran unos ositos de peluche; así que de los tihuanacos ni había oído hablar. Ahora, por suerte, ya sé un poquito más quienes fueron estas civilizaciones. Aunque los restos arqueológicos de Tihuanaco no están muy bien conservados y sólo se han descubierto un 10%, me impresionó mucho conocer esta avanzada cultura, experta en astronomía. Siempre alabamos a los Incas, por su control de la construcción y sus conocimientos de la astronomía, pero hay que tener en cuenta que la civilización de Tiwanaku existió quince siglos antes!

Y antes de irme de La Paz fui al Jacha Kolli, uno de los muchos miradores que tiene la ciudad. Desde allí contemplé con calma la capital más alta del mundo mientras anochecía y las miles de modestas casitas que tenía a mis pies se convertían poco a poco en luciérnagas. Me voy de La Paz con esta imagen en la retina y con un buen balance de la visita.

Lo mejor de La Paz
Contemplar la ciudad desde un mirador
La iglesia de San Francisco
El mercado de las brujas
Pasear por Socopachi y ver a hombres de negocios y mujeres con pollera en la misma acera
Los restos arqueológicos de Tiwanaku
Se puede hacer excursiones (que no hice) a la carretera de la Muerte (Coroico) y subir algún 6.000.
Los bajos precios de los alojamientos, el transporte público y las comidas callejeras

Lo peor de La Paz
La altura (casi 4.000 metros) te impide andar con normalidad en las subidas
Existe un cierto caos circulatorio que puede poner nervioso a más de uno
Hay muchas diferencias sociales; ricos muy ricos y pobres míseros

Precios de La Paz (1€=10 BOB aprox)
Una noche en habitación compartida en el hostal El Solario: 25 BOB
Desayunar un zumo de frutas natural y dos empanadas: 10 BOB
Plato combinado en el mercado: 16 BOB
Helado: 5 BOB
Entrada de cine: 25 BOB
Bus urbano: 1,5 BOB
Entrada a las ruinas de Tiwanaku: 80 BOB

2 comentarios:

culbook project dijo...

Ei Dani!!!Vaia tela!!!quin recorregut que portes ja!!!Aviam si pujes el "maxu pixu" que ja t'has deixat masses 6000 que no has fet. Aprofita per fer trecking també no?!!!

Si tingués calers et vindríem a veure, però de moment ja m'agrada que ens ho expliquis tot tan bé pel blog.

Una forta abraçada!!!

(Per cert, la Patrícia ja m'ha dit que la camiseta del Boca no és l'autèntica...

No et preocupis, ja coneixes a la teva germana i suposo que ja pensaves que tard o d'hora es xivaria...

Ja l'he portat vàries vegades i m'agrada molt.)

A tope amb el camí tiu!!!

Daniel dijo...

Ei Marc!
Què tal per la Xina? Jo ara començaré a fer trekkings, espero. DEmà passat pujo caminant al Machu Picchu i Wayna picchu!

Me n'alegro que utilitzis la samarreta. Fins i tot un cec sabria veure que no és l'autèntica! ;)

Aviam si quan torni fem unes excursions i anem a Can Jeroni!

Abraçada