29 abril 2006

Sei bella che fai male

La mayoria de tus calles son malolientes.
Las demás, simplemente acogen multitud de desperdicios.

Otras en cambio huelen a comida sabrosa, mediterránea, e invitan al traseúnte a entrar en aquel sucio local a comer.

Tus “sanpietrini” destrozan los tacones de las más bellas piernas que te pisan.

Los restos de otra cultura se amontonan por doquier recordando a los errantes que un día, aquí, nació un imperio.

No duermes nunca. El rugir de los viejos autobuses se confuden con los las charlas que, a gritos, mantiene la juventud apoyada en bancos mutilados. A esta algarabía se une el estruendo que los motores de unos ya maltratados motorini producen a su paso.

Estás perfordada. Y de tus heridas mana agua fresca todo el año.

Vírgenes de múltiples nombres nacen como setas en los rincones más inhóspitos de cada barrio, cada calle.

Un rio te parte en dos. Su caudal, lento y silencioso, contrasta con la velocidad de las vidas que lo cruzan por los barrocos puentes.

Supuras café recién hecho.

Tus aceras irregulares acompasan a las fachadas de ocre que poco a poco pierden la piel.

Lo que para el visitante es el paradigma del caos, tú lo consideras rutina.

Mala gente se mezcla con almas caritativas.

Sotanas comiendo helados en pleno mes de agosto. Profundos charcos en febrero.

Todo esto (y más) eres tu.


Pero aún así, sei bella che fai male.

1 comentario:

noe dijo...

Me parece una de las más sentidas descripciones que alguien puede hacer de una ciudad. Se nota que has vivido ahí y que por esas calles has tenido experiencias que no olvidas. No es una belleza típica, sino que es un conjunto de cosas que dan al ambiente un aire que te envuelve, al menos, eso transmites.
Tal y como escribes, no creo q nadie pueda negarse a visitar esta "bella", aunque nos haga "male".
Petó.