19 septiembre 2011

Amazing Amazonas

Un árbol que su corteza huele a Vips vaporub; otro que su salvia sirve de yodo; un tercero que emana leche; otro con el que se pueden hacer velas; y unas lianas que sueltan agua potable. Bienvenidos al Amazonas. Antes, no obstante, volvamos a Manaos.
El viernes por la mañana cogí un taxi hasta la rodoviaria (estación de autobuses), donde esperé a un tipo de la agencia de Antonio y un par de guiris belgas-flamencos (guapo él, guapa ella). Después de tres horas en bus, nos bajamos en un pueblecito cuyo nombre no recuerdo, y allí tomamos una lancha hasta el lodge de Antonio. Un hora más de trayecto. Éste tramo, sin embargo, se hizo corto, ya que fue el primer contacto visual con el Amazonas (la zona) mientras subíamos por el río Urubú.
El establecimiento estaba muy bien, y consistía en un par o tres de cabañas, un embarcadero y una zona ajardinada. Es uno de los complejos mejor gestionados y más remoto de la zona, según pude averiguar. Allí cada día llegan guiris como yo (no más de cinco al día) mientras otros se van. Nunca hay más de diez o doce huéspedes. Yo fui dos noches y tres días. Me asignaron a un grupo formado por tres chicos indios (de la India), tan majos como charlatanes. Su empresa multinacional les había mandado a Sao Paulo un mes para trabajar en un proyecto, y antes de volver quisieron conocer el Amazonas. Nuestro guía se llamaba Francisco, todo un personaje.
El primer día, después de comer, cogimos provisiones y una hamaca cada uno y tras un recorrido de media hora en canoa llegamos a una especie de playa fluvial. Allí levantamos el “campamento”. Me tocó ir con Francisco a la selva en busca de hojas que nos servirían de platos y diferentes palos para usos múltiples. Sólo nos adentramos unos 100 metros, pero bastaron para que quedara empapado de sudor y anestesiado por el ruido de los animales.
El suelo, lleno de hojas y ramas muertas, parecía de goma. Tuve la sensación de que había tranquilamente medio metro de hojas bajo mis pies. Al volver al campamento fuimos a pescar Tucunaré, un pez que se pesca sin cebo. No tuvimos suerte. Afortunadamente, Francisco había traído frango (pollo), verduras y salchichas. Lavamos las verduras y el pollo en el río e hicimos una barbacoa ya de noche. Mientras la carne se hacía, el guía hizo una cuchara para cada uno con algunos palos y con su super machete, el mejor amigo del hombre en estas latitudes y digno producto de teletienda brasileño.
Cenamos como reyes y antes de acostarnos...¿qué tal ir a buscar tarántulas? Las encontramos en un árbol a unos diez metros de donde teníamos plantadas la hamacas. En concreto, vimos una mediana y otra tamaño gigante que vigilaba una bolsa blanca de huevos. Francisco se subió al árbol y la tocó con un palo para que la viéramos y nos cayó a los pies. Gracias a la oscuridad y al hecho de llevar sandalias vivimos momentos de pánico. La encontramos y la colocamos de nuevo en su nido. Nos acostamos cansados y a pesar del ruido de fondo de mil animales caí rendido en pocos minutos. A destacar, el intenso sonido que emitían unas ranas (que parecía el motor de una lancha) y los ronquidos de uno de los indios.

Al día siguiente, sábado, desayunamos al lado de las hamacas. A medio almuerzo Francisco indicó a uno de los chicos que se levantara rápidamente del suelo donde estábamos desayunando. A menos de medio metro una araña viuda negra (la más mortal del continente, según Francisco) se dirigía a él. Pues nada, a apartar la araña y a seguir desayunando. Al terminar, el café y los plátanos volvimos al refugio base. Por el camino vimos amanecer y también algunos delfines rosados, aunque de lejos. Y antes de comer yo me di un mini chapuzón delante del embarcadero. Fue una sensación rara nadar en las calientes del Urubú, pobladas por pirañas, caimanes, serpientes y delfines. [inciso: Urubú es buitre en portugués, y le pusieron este nombre al río porque cuando los portugueses conquistaron la zona mataron miles de indígenas en aras de la concordia y los cuerpos de las víctimas que flotaron río abajo se convirtió en un festín para los buitres].

Por la tarde fuimos los cinco a explorar parte de la selva. Digo parte ya que si de algo me ha servido esta aventura es para comprobar que sólo he visto la punta del iceberg, y que si quieres conocer la selva profunda y ver jaguares, por ejemplo, necesitas una ruta de más de cinco días, como la excursión que otro guía, éste peruano, me comentó que había hecho años atrás con una chica de Barcelona: diez días solos por la selva, colgando las hamacas a cinco metros de altura para evitar ser atacados por el jaguar, que por la noche, al oler la comida que cocinaban, se les acercaba. ¡Olé tú! Volvamos a mi historia. Aún ser un pase de verano comparada con la aventura del peruano, pudimos comprobar la densidad del bosque, y Francisco nos fue explicando para qué servía cada árbol. Como adelanté en el primer párrafo, uno, por ejemplo, sirve para curarse heridas; otro emana un liquido parecido a la leche que toman las mujeres que abortan; la corteza de otro, si se rasga, huele a Vips vaporub; y la salvia de otro sirve para hacer velas y pegamento. Y entre tantos árboles, también vimos de lejos un par de monos capuchinos.

Llegamos al refugio sudados y cansados, pero después de una reparadora ducha retomamos fuerzas con el menú de cada día: arroz; feijoa; pollo; pasta y ensalada. Por la noche, antes de acostarnos, nos llevaron a ver caimanes. La sensación de subir a una pequeña canoa, de noche, da miedo. Más aún cuando el guía busca con una potente linterna el reflejo de los ojos de los caimanes entre los manglares. Vimos muchas miradas, pero todos se escabulleron al llegar nosotros. Sólo pudimos dar caza a una cría, que el guía subió a la canoa para el deleite de algunos y acojone de otros.

Y el domingo poca cosa más hice. Me desperté a las 6 para ir a pescar pirañas con Francisco, aunque, de nuevo, no tuvimos éxito. Sin embargo, volví a ver algunos delfines de propina. Después nos fuimos con los chicos indios río arriba, buscando canales estrechos y poco profundos, donde habita la anaconda. Serpiente no vimos ninguna, pero sí una cabaña rodeada de plantaciones de mandioca donde habitaba un amable anciano. Y con ese paseo final se acabo la experiencia en la selva.


Me voy con muy buen sabor de boca, por lo que he vivido y lo que he visto. Creo que he empezado fuerte el viaje, y soy consciente que no se podrá mantener el listón así de alto. El Amazonas es inmenso, y todos los elementos que lo conforman, también. Los ríos, los árboles, los animales, los insectos...es la Naturaleza en estado puro, y no los jardines que tenemos por bosques en Europa. Mañana toca comprar una hamaca y billete de barco para bajar el Amazonas hasta Santarem.

9 comentarios:

Oscar V dijo...

acollonant. jo al sentir la paraula anaconda, ja hagués posat pes sobre els calçotets.
i el moment de l'indi amb l'aranya deuria ser per filmar-lo, veient al tio amb cara de pànic, imagino.

angels dijo...

Cullons, i no teníeu por que us ataqués cap taràntula mentre dormíeu? La veritat és que deu haver estat impressionant! Petons i disfruta

Carles Tornero Perez de Tudela dijo...

Tenint en compte que ahir vaig córrer per la casa per matar un mosquit, no crec que sobrevisqués a l'Amazones. Genial el diari.

Gerard dijo...

Nen me n'alegro de saber que l'aventura ha començat bé. Aniré seguint per aquí els teus passos.
Una abraçada i fins aviat!
Gerard

Anónimo dijo...

Coronel Tapioca, qué puedo decir? Yo creo que ni habría dormido, ni comido, ni ná. Pásalo bien, valiente. Mua.

Mama dijo...

Saps què em manca dins d'aquesta història tant apasionant?...és fàcil...Tarzan i Jane!
Tal com ho descrius sembla que el lector estigui dins. A mi també m'hagués agradat aquesta experiència i, les que et falten per venir...BONES ehhh!
He estat mirant les fotos i són xulíssimes, podràs fer un bon àlbum de record de les teves petxades pel Sud.
Com saps que tinc mono del Màster, encara que m'he apuntat a tres cursets, aquest any tu seràs el meu Màster...Què plom, no?
T'ESTIMO

Sílvia dijo...

Encara que les emocions deuen haver estat impressionants, la teva descripció m'ha sabut a poc. Què tal un altre capítol? De quin color és l'aigua? Hi ha sangoneres?
Vigila amb els bitxos, no se't fiquin entre les ungles!!
Com va el portugués?
Espero el següent capítol emocionada. Avui instal·laré l'skipe per poder-te veure.
Petonets, abraçades i pipius.
Que xalis molt!

Anónimo dijo...

Siempre te puedes apuntar a Supervivientes cuando vuelvas, no? Jugarias con ventaja...

Sigue disfrutando y escribiendo!

Un besazo cuñi!

andrea dijo...

quines coses mes rares que hi ha per alla, sembla que siguis un dels de pekin express! espero que tot continuï tant be com fins ara. tenvio molts petonets desde girona ! I aviam si aconsegueixo fer anar l'skipe :)

DISFRUTA!