04 octubre 2011

Del colonialismo de São Luís a las sábanas de Maranhao

Llegué sin ningún rasguño a la única capital brasileña de fundación francesa y no portuguesa, São Luís, a pesar de que la guía advertía de que los autobuses nocturnos entre Belém y la capital de Maranhao podían ser asaltados por bandas de pistoleros. El viaje, que duró unas doce horas, fue en cambio de lo más plácido, aunque tuve que ver una de las peores películas que recuerde: Faith like potatoes. La ciudad se despertaba al tiempo que me aproximaba al hostal donde ya dormitaba Guillem, después de un largo viaje procedente de Barcelona. De hecho, me lo encontré en nuestra sórdida habitación de la Pousada Internacional con apenas unos calzoncillos y cara de demacrado. Encima de mi cama había colocado detalladamente antes de caer rendido los objetos que le pedí que me trajera de casa.

Durante la mañana de sábado visitamos esta bonita ciudad colonial que ansía ser restaurada por completo y no a pedazos, como sucede ahora. Decenas de casas de colores y algunas con azulejos que datan de la época de los portugueses alegran la vista al turista que se pierde por las callejuelas del casco antiguo. Volvimos a la Pousada para dormitar un poco, y por la tarde, con las pilas a medio cargar, nos echamos de nuevo por las calles empedradas y visitamos la casa de Nhôzinho. Cenamos en un puesto callejero y nos gastamos las pocas perras que llevábamos en cervezas. Al ser sábado, el centro de la ciudad estaba tomada por jóvenes y no tan jóvenes que ocupaban terrazas y charlaban mientras algunos cantantes callejeros obsequiaban / castigaban con su música a los transeúntes. Antes de las nueve de la noche ya estábamos en la cama, pero el terrible calor que hacía en la habitación y la música que nos llegaba a través de la ventana nos impedía conciliar el sueño, así que nos vestimos de nuevo y aterrizamos en una terraza en la que nos refrescamos con más cerveza y caipirinha mientras veíamos pasar a la fauna del lugar. La medianoche nos derrotó y nos obligó a resguardarnos en una de las peores moradas en las que he estado en Brasil.

A la mañana siguiente, domingo, pusimos rumbo a la estación de autobuses. Nos dio tiempo a desayunar unos zumos antes de tomar uno dirección Barreirinhas, la antesala de los Lençois Maranhenses (sábanas maranhenses). Tras cuatro horas de viaje llegamos a esta pequeña población, que nos recibió con las calles vacías. Nos metimos en la Pousada Vitoria do Lopes, un resort en comparación el cuchitril de São Luís. Nos hicimos unos bocadillos con el jabugo que mi madre le dio a Guillem (gràcies mama, estava boníssim!) y a las 14 horas ya estábamos montados en un especie de jeep-furgoneta sin puertas camino del Parque Nacional dos Lençois Maranhenses. Se trata de un mini desierto de dunas cercano a la costa de unos 70 kilómetros de ancho que se llena de agua de la lluvia durante el invierno. El resultado es una gigante sábana con pliegues cubiertos de agua de múltiples tonalidades y tamaños; un auténtico regalo para la vista. Paseamos por las dunas, nos bañamos en las frescas y dulces lagunas y contemplamos la puesta de sol. Sé que me queda mucho viaje por delante aún, pero estoy seguro que este paisaje ya se ha ganado un espacio en mi memoria para siempre.

La visita al parque, aunque de unas cuatro horas de duración, nos supo a poco, pero los jeeps nos tenían que devolver a Barreirinhas. Nos duchamos y salimos a cenar un bocadillo y dar una vuelta por esta pequeña localidad que no tiene nada de especial. Y a la mañana siguiente buscamos un medio de transporte para ir Jericoacoara, nuestra próxima destinación. Aunque no hay muchos kilómetros entre ambas poblaciones, la falta de carreteras hace que llegar de un lugar a otro sea una auténtica odisea. Conseguimos meternos en un jeep- autobús que iba dirección Paulino Neves.

El camino es de arena de playa, así que sólo estos vehículos o quads pueden usarlos. Me sorprendió la cantidad de pequeñas chabolas que hay desperdigadas por el camino y la humildad con la que vive la gente del lugar. Cuatro paredes de ladrillo, un par de hamacas y sobre todo una parabólica es todo lo que necesitan para vivir. Cabras; gallinas, caballos y jabalíes domésticos que deambulan por los caminos le dan un aspecto más bucólico al lugar, si cabe. De nuestro jeep bajaban familias y subían otras; y tras un par de horas de balanceo y trote llegamos a Paulino Neves. Allí tomamos otro vehículo similar hasta Tutóia, aunque ni el paisaje ni el camino son tan bonitos. Finalmente, un autobús en el que había tranquilamente 50º en su interior nos enlazó con Parnaíba, donde hemos decidido hacer noche. Mañana, si Dios quiere, nos espera una etapa hasta Caocim antes de llegar a Jericoacoara; y entonces, un merecido descanso en las bonitas playas de esta población pesquera.


São Luís

Lo mejor:
Arquitectura colonial
Ambiente callejero animado (como mínimo los sábados)
Casco histórico abarcable a pie
Las marquesinas de los autobuses (para Guillem)

Lo peor:
Pousada Internacional
Imposibilidad de dormir las noches del fin de semana si la pousada está en el centro
Estación de autobuses a varios kilómetros del centro
El aeropuerto es una carpa con dos televisores de plasma (según Guillem)

Precios de São Luís:
Pousada Internacional para dos: 50 Rs
Cena para dos en puesto callejero: 10 Rs
Dos zumos en la estación de autobuses: 6 Rs
Una cerveza de 600 ml: 5 Rs
Una caipirinha: 4 Rs
Billete de bus urbano 2 Rs (1 Rs los domingos)
Bus a Barreirinhas: 29 Rs

Barreirinhas

Lo mejor:
La proximidad a los Lençois
Buena conexión con otros pueblos como Atins o Paulino Neves
Gran oferta de pousadas

Lo peor:
Lugar sin encanto y de paso
Para ir a los Lençois hay que contratar una agencia

Precios:
Pousada den Vitoria do Lopes: 50 Rs
Hamburguesa + refresco + patatas fritas: 8 Rs
Panecillos dulces y una agua grande: 4 Rs
Excursión de 4 horas a los Lençois: 50 Rs por persona
Jeep a Paulino Neves: 20 Rs
Jeep de Paulino Neves a Tutóia: 5 Rs
Bus de Tutóia a Parnaíba: 16 Rs

4 comentarios:

Josep dijo...

Llençols i arquitectura colonial: una combinació insuperable.

Em sap molt greu que et cansessis, tant d'estrés no pot ser bo per a la salut.

Una abraçada

Gelines dijo...

La veritat és que a les fotos, Lençois-de-no-sé-què sembla espectacular. I Jericoara diuen que és tan guai, també! Ja explicaràs què tal!
Aquest matí, mentre esmorzava, he posat el 33 i feien un repor sobre Bolívia... S'hi veia el salar d'Uyuni..., i la veritat és que allò ha de ser acollonant. Literalment, la veu en off, deia que un se sentia "al cul del món". Bé, tu vés escrivint, tot i que jo, personalment, trobo a faltar un relat més personal i menys descriptiu... Però és qüestió de gustos! Muà!!!!!!!!!!!

Gelines

Mama dijo...

Ei!
Volia enganxar una foto d'una noia prenent el sol el aquestes piscines i veig que al blog no és possible?
M'ha agradat més aquest escrit, però estic d'acord amb l'Àngels que potser manca una descripció personal de les teves sensasions ...bé tot arribarà!
Jo estic contenta com unes pasqües!!!Espero que a tu també et faci feliç.
T'estimo

Mama dijo...

He copiat les fotos de les "piscinetes" pequè les meves amigues morin d'enveja.
Són super xules!
petó