10 marzo 2008

Escapada a Goa

Arambol es un pequeño pueblo situado en el extremo norte del estado indio de Goa, en la costa oeste de la India. Goa es a su vez un pequeño estado, de los más avanzados de la India en todos los aspectos, en el que desembarcaron los portugueses en su aventura asiática. Pero volvamos a Arambol.
Cada vez más turistas occidentales se desvían a este pueblecito en busca de tranquilidad y buenas playas ya que, en teoría, la zona sur de Goa es la más abarrotada. A la práctica, Arambol es un pueblo creado para los turistas hippies occidentales; un Port Aventura en el que pueden andar descalzos por las polvorientas calles y comprar muchos gadgets del mundo del hippismo, puesto que la calle principal de la población está plagada de tiendas que venden estos productos; desde papel de fumar a chancletas, pasando por pantalones y camisetas hippies, hasta bongos y bolsos.
La mayoría de los turistas, para mi asombro, procedían de Rusia e Israel. De hecho, en algunos bares servían desayunos "continental", "indio" y "israelí".
Aunque el pueblo no era gran cosa, por todo lo comentado anteriormente, sí debo admitir que contaba con restaurantes buenos y baratos, como el italiano Fellini o los situados en el acantilado -en los que podías cenar a la luz de las velas, y chiringuitos en los que te preparaban deliciosos zumos naturales al instante y a muy buen precio.
Los dos días y medio que estuvimos en Arambol (antes pasamos otro día en Panaji, la capital de Goa, y en Old Goa, donde quedan las iglesias católicas más importantes del estado), alquilamos una moto para movernos y poder salir del pueblo. La sensación de libertad que nos producía conducir entre la selva a 35 grados y bajo un sol de justicia es indescriptible. En el camino a las playas desiertas a las que fuimos nos encontramos con monos (y grandes), vacas, gallinas, perros...
También nos dió tiempo de darnos un masaje ayurvédico (procedente del estado de Kerala). A mi me lo dio un chico fornido y muy moreno, y a Àngels una chica delgadita y también muy morena. Nos los dieron en dos cabañas de bambú separadas y nos obligaron a ponernos unos tapa-rabos al más estilo tarzán. La verdad es que mi culito bañado de aceite y mezclado de arena (pues veníamos de la playa) le resultaría al pobre masajista de todo menos agradable. Aun así, se esforzó mucho, y tengo que admitir que me quedé roque en la "camilla" tras la hora de masajeo en la que me repasó las piernas, los brazos, la cabeza y el culete.
En uno de los paseos por la enorme playa que tiene Arambol, antes de ir a cenar, nos llamó la atención ver cómo en la arena compartían espacio un par de vacas y unos hippies que presumían hacer yoga.


Lo mejor de Goa: las iglesias de Old Goa, los paseos por Panjim, el masaje ayurvédico, las playas desiertas, las cenas románticas, los zumos naturales y los paseos en moto por la selva.
Lo peor: el perfil de visitante de Arambol, el retrete de nuestra habitación y la miseria rural.

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