08 noviembre 2011

Un gigante hostil llamado São Paulo

Dicen que la mejor manera de llegar a São Paulo es en avión y de noche. Preferiblemente aterrizando en el aeropuerto nacional, mucho más céntrico que el internacional. Los que llegan en avión cuentan que pasas entre rascacielos durante varios minutos, como si la ciudad no se acabara nunca, y algunos vídeos colgados en Youtube así lo atestiguan. Nosotros, en cambio, llegamos en bus, como siempre, después de otro mítico trayecto de 18 horas y provenientes de Foz de Iguazú; por lo que nos perdimos esta visión de la megapolis que es São Paulo, aunque también fue interesante discurrir por decenas de avenidas de varios carriles antes de llegar a la terminal de autobuses.

Esta ciudad de más de 12 millones de habitantes (su área metropolitana supera los 20) no tiene interés turístico alguno. Cuesta creer que en tantos kilómetros cuadrados no haya algún barrio histórico o vestigios de otros tiempos, pero así es. Tal vez lo más interesante pasar por la avenida Paulista y ver como conviven aún viejas mansiones de hacendados cafeteros de hace dos siglos con algunos edificios de oficinas de interés arquitectónico o pasear por algún parque. La grandeza de São Paulo, sin embargo, radica en su gente. Es sin duda alguna el motor de Brasil, la tierra de las oportunidades. A ella se dirigían hace años brasileños provenientes del interior; europeos de España o Italia y hasta japoneses (tienen su propio Japantown). Y a São Paulo se siguen dirigiendo aún miles de personas que buscan un futuro mejor. Quien vaya a esta ciudad pues, que no se espere la belleza de Rio o Nueva York. A cambio, tendrá museos con exposiciones de primer orden; restaurantes de mil tipos que no cierran nunca; barrios de ricos al lado de favelas; locales para cualquier tribu urbana y la sede de toda multinacional que se precie.

Estuvimos unos tres días en la ciudad y nos dio tiempo de perdernos en coche durante más de una hora por avenidas y puentes gigantes; cenar en una pizzería en la que te aparcan el coche y hasta de asistir a un partido de futbol: Santos- Atlético Paranense (con 4 golazos de Neymar, el ídolo del momento). Después de muchos hostales-pocilga a nuestras espaldas tuvimos la suerte de que un buen amigo de Barcelona que trabaja en la ciudad, Óscar, nos invitara a su casa, y la verdad es que fue muy agradable no tener que compartir habitación y baño con diez personas o poder ver los infumables programas de televisión desde el sofá y en calzoncillos.

Otra de las primeras cosas que te sorprenden de la ciudad es su banda sonora. A parte de las bocinas de algunos coches (el tráfico es terrible), no paran de sobrevolar helicópteros a todas horas. Para que os hagáis una idea: la ciudad tiene más de 300 helio-puertos y se realizan cerca de 200 vuelos diarios. ¿Y por qué hay tantos helicópteros en esta ciudad? Pues porque hay muchos paulistanos extremadamente ricos que van al trabajo o de compras en este medio de transporte.

Pero donde hay gente muy rica también hay gente muy pobre. El centro está plagado de mendigos, y las escuelas de pago avisan por megafonía a los alumnos cuando llegan sus padres a recogerlos para evitar que se esperen en la calle y los secuestren. ¿Ir al trabajo en helicóptero pero pensando que tu hijo puede sufrir un secuestro exprés es calidad de vida?


A pesar de la delincuencia que pueda haber en la ciudad, el pueblo se sabe divertir. Pan y circo, que se diría en Roma. Como en todo Brasil, el futbol es el deporte rey. Por eso nos gustó mucho ver como la torcida (afición) del Santos no paraba de animar a sus jugadores (y decir filho da puta al árbitro). Familias enteras pasando una agradable tarde de futbol. Fuimos con Óscar, nuestro anfitrión, con su jefe y el hijo de éste. Al salir del partido su jefe nos invitó a unos deliciosos bocadillos callejeros (siempre que gana el Santos comen allí), y más tarde tomamos unas cervezas en un barrio con mucho ambiente, Santa Madalena. Esa misma noche acabamos en casa de un amigo de Óscar, un tipo de lo más interesante. Bohemio y artista nos invitó a tomar cacao puro (¡espectacular!) y miel natural. Con unos socios tiene una empresa que se dedica a hacer estas movidas visuales: laborg.

Y a parte de futbol, pizzas, cervezas y paseos en coche por la ciudad, poco más hicimos. São Paulo no daba para tanto y, además, Rio de Janeiro nos estaba esperando.


Lo mejor de São Paulo
Su animada vida cultural y de negocios
Algunos edificios interesantes
El paisaje espectacular que representan kilómetros de rascacielos
Un buen transporte público y bien conectado con el resto del país

Lo peor de São Paulo
Los precios más caros de Brasil
Ciudad hostil para el peatón y los pobres
Inseguridad callejera en según qué zonas y horas
Pocos focos de interés para visitar como turista

Precios de São Paulo (1 €=2,4 Rs)
Bus Foz-Sao Paulo: 157Rs
Billete sencillo de metro: 2,9 Rs
Comida en un garito del centro: 16 Rs
Cena en pizzería de lujo: 60 Rs
Entradas para el futbol: 20 Rs

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Crec que els directius es desplacen en helicòpter no només per la magnitud de la ciutat sinó també per por a que els segrestin... I, si no m'equivoco, juntament amb una ciutat japonesa, Sao Paulo és la ciutat amb més trànsit aeri del món. És per flipar. També és per flipar que quan es fa fosc ja puguis saltar-te els semàfors en vermell o també que molts paulistes t'expliquin, com la cosa més normal del món, que van ser víctimes d'un segrest exprés. Jo ja t'ho regalo, això de viure en aquesta ciutat!

Petonets

gelines

Sílvia dijo...

Necessito urgentment un pla de viatge. O, aquest és un viatge sense pla? Coneixes algú a Rio? tens algun contacte? Quin munt d'hores damunt dels autobusos. Ja pots cantar la cançó de Miguel Rios:"El Blues de l'autobús".
Petons i cuida't.

Sílvia dijo...

Acabo de veure que m'havies contestat l'anterior comentari. Disfruta de Rio.Ja explicaràs amb tot detall.
Petons