05 marzo 2012

Relax a orillas del Titicaca, cuna de los primeros Incas

Se supone que los primeros Incas, Manco Kapac y Mama Ocllo, nacieron en la pequeña y bonita isla del Sol, muy cerca de la población Copacabana, en el lago Titicaca (Roca de Puma). Bueno, de hecho llegaron volando, tal y como atestiguan algunas postales 100% Photoshop que venden en comercios del lugares. Por ese motivo, y por tratarse de una isla a casi cuatro mil metros de altura en el lago más grande de América, la visita a la Isla del Sol se hacía inexcusable.

Antes de poder pisar este histórico y místico lugar tuve que llegar a Copacabana procedente de La Paz en un trayecto de bus de unas cuatro horas. Como sólo salen dos lanchas al día dirección a la Isla del Sol (a las 8 y a las 13h) hice noche en Copacabana, un pueblo al que miles de peruanos se dirigen en procesión en Semana Santa. Aunque no es muy grande, su imponente catedral, en la que guardan una virgen negra como la de Montserrat, impresiona. Es curioso porque a esta virgen nunca la sacan de la catedral por miedo a que el lago se desborde, y viendo lo imponente que es el Titicaca no seré yo el listo que la saque de romería. A parte de este curioso templo, también merece la pena subir al cerro del Calvario, desde donde se puede disfrutar de una preciosa puesta de sol en la que el astro rey envuelto de nubes se esconde poco a poco en las tranquilas aguas del Titicaca. Copacabana también es un buen lugar para dar salida a nuestra parte más consumista: está llena de tiendecitas de artesanía en las que se pueden comprar gorros, guantes o jerséis de lana típicos de la región. Y viendo el frío que hace por la noche, no pude evitar equiparme hasta las orejas.

Camino a la Isla del Sol
El ruido de la lluvia, que no cejó en toda la noche, me despertó muy temprano, antes incluso que sonara la alarma del móvil. Así que me puse en pie y me dirigí al muelle, donde algunos hombres ultimaban los preparativos para zarpar hacia la Isla del Sol. Durante toda la travesía pasamos frío y el cielo continuaba gris, pero charlar con una pareja de argentinos muy majos hizo que las dos horas de duración se me pasaron volando. Al llegar a la isla me alejé del pueblo con la intención de encontrar un alojamiento apartado y situado en alguna playa solitaria. Al no encontrarlo retrocedí sobre mis pasos, y cuando entraba de nuevo en el pueblo de Challapampa vi a Joan i Esther en la terraza de su hostal. Me hizo mucha ilusión encontrarlos de nuevo ya que pensaba que ya se habrían ido esa misma mañana. Nos habíamos separado en Vallegrande hacía un par de semanas y no tenía muchas esperanzas en cruzármelos de nuevo. Tras los abrazos y contarnos qué tal nuestros respectivos carnavales (ellos en Oruro y yo en Río) les convencí para que se quedaran un día más. Así que aprovechando que un sol de justicia brillaba ahora en el inmaculado cielo azul salimos de excursión hacia el norte de la isla. Vimos algunas ruinas incas bastante abandonadas y nos bañamos en cueros en las gélidas y transparentes aguas del Titicaca. Antes de volver a la posada subimos a un mirador para ver el precioso atardecer. Al llegar al pueblo fuimos a cenar trucha, el pescado más consumido en todo el lago, y nos acostamos temprano. Ellos en su cama, y yo en la mía.

A la mañana siguiente, gris y lluviosa como la anterior, les acompañé al muelle, desde donde partieron rumbo a Copacabana primero y Arequipa después. Mentiría si dijera que volví con lágrimas en los ojos hacia la habitación, pero poco me faltó. Me dio mucha lástima despedirme de nuevo de ellos ya que sé que no los veré más en América. No obstante, ya hemos apalabrado cenas, excursiones y cubatas para nuestras respectivas vueltas a casa. Molta sort parella!

Así que el segundo día lo pasé solo. Como llovía mucho volví a la cama, que encontré aún caliente, y allí holgazaneé hasta las dos de la tarde, cuando dejó de llover. Me vestí y me puse a andar hacia el sur de la isla. Di la vuelta a toda la Isla del Sol y volví a ver la puesta de sol desde otro cerro. Cené unas empanadas callejeras y me acosté temprano. Al día siguiente, vuelta a Copacabana, y de allí a Cuzco (Perú).

Pasar tres días en la Isla del Sol ha sido realmente fantástico, como unas vacaciones dentro de mis ya largas vacaciones. Aunque he estado la mayoría del tiempo solo, he disfrutado mucho del paisaje, del Titicaca, de las puestas de sol y de la bucólica vida que aún existe aquí. No me gusta que haya ‘peajes’ en los caminos que obligan a los turistas a pagar para pasar, pero merece la pena recorrer los múltiples caminos que tiene la isla y cruzarte con viejecitos que llevan rebaños de cerdos u ovejas. Me da la sensación que poco ha cambiado en esta isla desde que nació el primer líder Inca, hace más de siete siglos. Las mulas, las llamas, las ovejas y los cerditos parecen ser los mismos, y los caminos de piedra están exactamente igual. La única diferencia es que algún turista vestido de goretex pasea por donde antaño sólo anduvieron incas y pastores.


Lo mejor de la Isla del Sol
La tranquilidad que se respira y las vistas
Los numerosos caminos que el paseante puede tomar para llegar a cerros o cruzar pequeñas aldeas
Los atardeceres desde el oeste de la Isla
Comer o cenar trucha cocinada de diferentes modalidades


Lo peor de la isla del Sol
Todo es un poco más caro y los negocios se aprovechan, en general, de los turistas que llegan
Tener que pagar peajes en varios lugares para pasear por la isla
Cuando no hay sol hace mucho frío
La gran altura a la que está la isla dificulta la subida a pie a las montañas. Te falta oxigeno

Precios de la isla del Sol (1€=10 BOB aprox)
Habitación compartida en Hostal Cultural: 20 BOB
Cena a base de sopa de quinua y trucha: 25 BOB
Agua de dos litros: 8 BOB
Café con leche: 4 BOB
Viaje desde Copacabana: 20 BOB. Viaje de vuelta a Copacabana: 25 BOB


PD. Al hacer click en las fotografías se hacen más grandes

5 comentarios:

Sílvia dijo...

Quines fotos! més aviat semblen fons de pantalla per ordinador. A veure si acabes treballant per hp, dell o apple!
Un petó ben fort!
Sílvia i cia

voltala365 dijo...

Petitó!!! Digues la veritat. Quasi ploraves perquè no et varem deixar fotografiar els meus pits!!!
Nosaltres també et trobem a faltar

Àngels dijo...

Petitó? Li dieu 'petitó'? Però si és un gegant! Hehe! Hola, Danielu, que ara feia dies que no et deia res per aquí... Molt xulo tot! Un petonet!!!

Daniel dijo...

Em diuen petitó perquè ells són una adorable parella de carcamals ;)

I Sílvia, no us escapeu d'una sessió de fotos quan torni a Barcelona!

Sílvia dijo...

Estarem encantats de "suportar" una jam session de fotos acompanyades d'algun menjar català que trobis a faltar!!!
Petons
Sílvia